LTNEC aboga por una cultura de paz y denuncia que la tauromaquia es violencia porque no solo maltrata hasta la muerte a decenas de miles de animales cada año, sino que provoca muertes y heridos entre los humanos, algunos menores de edad.
La Plataforma La Tortura No Es Cultura (LTNEC), está compuesta por 47 organizaciones (entre ellas ANDA que forma parte desde su fundación), de protección animal y lucha por la eliminación de la excepción de los bovinos de lidia en la Ley de Protección Animal, pues, a diferencia de otros animales, “permite que éstos sean torturados impunemente en todo tipo de festejos taurinos.”
En su comunicado, la Plataforma LTNEC informa del número de muertos y heridos humanos que los festejos taurinos han causado en esta primera mitad de año.
Desde el reinicio de los festejos taurinos en nuestro país tras la pandemia, numerosas personas han resultado heridas, e incluso muertas, durante la celebración de unas fiestas que, de acuerdo a LTNEC “nada tienen que ver con lo que debería ser la cultura del siglo XXI en nuestro país.
Lo cierto es que, en lo que va de año, la tauromaquia se ha cobrado ya la muerte de 8 personas y decenas de heridos, incluidos menores de edad.
El 1 de mayo en Carpio (Valladolid), un hombre de 50 años, padre de dos hijas, moría corneado por un novillo durante el Toro de Verdejo de la Seca. Tan solo 5 días después, moría otro hombre de 30 años en Portaje, Cáceres de la misma manera. Ocho días más tarde, otro hombre resultaba gravemente herido en Humanes, Madrid por asta de toro, teniendo que ser intervenido en el quirófano portátil del festejo. Al mes siguiente, el 11 de junio, un joven de 35 años resultaba herido en el Toro del Cajón de Vitigudino, Salamanca, y también tuvo que ser intervenido quirúrgicamente.
LTNEC denuncia que sea tristemente común que los municipios no velen por las normas de seguridad. El jurista de la plataforma, Jose P. Cubells afirma: “En los Reglamentos de festejos taurinos populares de las Comunidades Autónomas se alude a la seguridad de las personas, los bienes y el respeto y prohibición de maltrato a los animales, pero ni se ponen los medios necesarios, ni se persiguen o sancionan las infracciones si no hay una denuncia. Y cuando las hay, en la mayoría de los casos, se archivan sin realizar las diligencias oportunas. Denuncia también que algunos animales sean sacrificados momentos más tarde del festejo en los mismos lugares donde este ha tenido, lo que no se ajusta a la ley. “De acuerdo con grabaciones obtenidas “in situ” en algunas localidades, se desprende que no se siguen las normas de sanidad”, afirma.
Cubells se lamenta de la falta de presencia de las fuerzas de seguridad en muchos de los festejos. “En algunos pueblos ni siquiera hay policía local”, señala y traslada la responsabilidad de los distintos incidentes al hecho de que a menudo “los colaboradores de los organizadores no actúan como debieran para impedir el maltrato a los animales o la participación de personas no aptas o menores de edad en los eventos, lo que tiene consecuencias trágicas.”
Este parece ser el caso de Puçol (Valencia) donde el 3 de julio un niño de 12 años resultó herido grave, tras recibir una cornada de una vaca que le afectó a hígado y riñones. Junto a él participaba en el festejo otro niño de 14 años, cuando la edad mínima es de 16 años.
El jurista de LTNEC señala que “la presencia y participación de menores de edad es tristemente común, no obstante las prohibiciones de las normas de protección a la infancia y la adolescencia y las recomendaciones de la ONU a España de prohibir la participación de niños, niñas y adolescentes en los festejos taurinos. Y esto es así a lo largo de la geografía española.”
Las fiestas de San Fermín también se cobraron sus víctimas, con cinco heridos por asta de toro y medio centenar de corredores que necesitaron atención hospitalaria.
Casi en las mismas fechas, el 9 de julio, resultaba herido de muerte un hombre de 43 años, padre de un hijo de corta edad, arrollado en el encierro de San Esteban del Valle (Toledo).
Dos días más tarde, el 11 de julio, se producían siete heridos durante los Bous a la Mar de Denia, Alicante. Cuatro de ellos tuvieron que ser trasladados a hospitales por la gravedad de las heridas. Apenas 5 días transcurrieron hasta que un toro hundiese su pitón en el abdomen de otro hombre en Moratalla (Murcia), el 16 de julio.
Cuatro días después, el 20 julio, llegaría una de las jornadas más trágicas. En apenas 24 horas se produjeron tres muertes en los festejos de los Bous al Carrer de Meliana, Picassent y Pedreguer. Las muertes se produjeron, respectivamente, por heridas de asta de toro, traumatismo craneoencefálico y hemotórax por fracturas en costillas que penetraron en el pulmón.
En 7 de agosto se repetía la tragedia, esta vez, con un joven de tan solo 18 años que moría tras ser embestido por un toro embolado en Soneja (Castellón). El 11 del mismo mes, un joven resultaba herido por una vaquilla al participar en los
“bous al carrer” montado en un patinete eléctrico. Esto ocurrió en Alfara del Patriarca, Valencia.
Sólo un día más tarde un hombre de 33 años ingresaba en la UCI con un traumatismo craneoencefálico provocado por la embestida de un toro en Torrejoncillo, Cáceres. Y dos días después, moría un hombre tras sufrir la cogida de un toro embolado en los festejos taurinos que de Cella, Teruel.
“¿Cuántos más muertos se necesitan para que se tomen cartas en el asunto ante esta barbarie?”- pregunta la plataforma.
Barbarie que parece no tener límite, tampoco entre los animales, el mismo día uno de los toros del encierro campero de Villalpando (Zamora) moría tras ser intencionadamente atropellado por el coche de un participante.
Encarna Carretero, de ANDA (Asociación Nacional para la Defensa de los Animales), organización miembro de la Plataforma LTNEC señala: “Sentimos mucho las muertes de estas personas, estas circunstancias no se tendrían que dar si nuestros políticos tomaran partido y demostraran tener más empatía hacia los animales y también hacia las personas. Rechazamos estos espectáculos cruentos subvencionados con el dinero de todos los contribuyentes.”
Frente a los que defienden estos festejos como un evento cultural, la plataforma señala que no considera como “cultura que un estado moderno deba proteger, aquellos espectáculos que impliquen sufrimiento y muerte de animales y personas”.
“La estética nunca puede prevalecer sobre la vida y la ética. No consideramos ético la tortura de animales, y menos aún con el único fin del entretenimiento. añade Encarna. “Tradición no es garantía de ética. Sabemos de tradiciones en todo el mundo que han sido eliminadas, porque conllevan víctimas. Si las tradiciones se hubieran mantenido siempre intactas, la humanidad nunca hubiese evolucionado. No es ético divertirse a costa del sufrimiento de un ser vivo, tenemos que evolucionar, estos festejos tienen que pasar a formar parte de nuestra historia. Hoy en día es posible divertirse de muchas maneras sin tener que hacer daño a ningún ser vivo y sin que tenga que morir nadie por ello. Estamos en el siglo XXI y este tipo de espectáculos cruentos no tienen cabida en nuestra sociedad.”
Por su parte, Marta Esteban Miñano, presidenta de la plataforma LTNEC, añade: “La tauromaquia no debería ser considerada patrimonio cultural en un país donde más del 80% de su población la rechaza. Es hora de quitarnos la venda de los ojos. La tauromaquia no es una cultura deseable porque es violenta, reflejada en el indiscutible sufrimiento que provoca cada año a decenas de miles de animales, pero también a personas, cuyas vidas expone de la manera más banal en plazas y festejos. Tantas familias afectadas, ¿en aras de qué?
Y concluye: “El maltrato y muerte de animales y personas por entretenimiento no merece compartir la denominación de “cultura” con los verdaderos artistas e intelectuales. Con la guerra y la crisis medioambiental que sufrimos, ahora más que nunca son tiempos de una cultura de paz y respeto por la vida, no de violencia y muerte.”