Los encierros tradicionales de Tordesillas han sido reconocidos como fiestas de interés turístico en Castilla y León. Pero, ¿a qué precio? Mientras algunos disfrutan, los toros sufren en un espectáculo que solo perpetúa el maltrato y el sufrimiento.
Investigaciones científicas han demostrado que el miedo intenso y la adrenalina generada durante estas persecuciones pueden causar daños físicos y emocionales irreversibles en los animales. No se trata de cultura ni de tradición, sino de una práctica violenta que expone a los animales a un gran estrés.
No podemos mirar hacia otro lado. Los animales no eligen ser parte de este espectáculo cruel, pero nosotros sí podemos decidir no apoyarlo. Nuestra voz y nuestras acciones son clave para poner fin a este tipo de atrocidades. La diversión no puede basarse en el dolor y la angustia de seres vivos.
Es momento de alzar la voz y exigir un cambio real. No permitamos que la violencia se siga perpetuando bajo la excusa de la tradición. El auténtico desarrollo de una sociedad no se mide por la permanencia de sus tradiciones, sino por su capacidad de dejar atrás aquellas que causan daño.
La cultura no debe ser sinónimo de sufrimiento.
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