Bienestar animal durante el transporte: riesgos y oportunidades

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La Unión Europea se encuentra ahora inmersa en el proceso de revisión de la legislación sobre bienestar animal durante el transporte. El transporte de animales vivos supone un momento crítico en el bienestar de los mismos y, por lo tanto, es lógico que las administraciones públicas legislen con el fin de establecer unos criterios mínimos que garanticen el bienestar de los animales, ( o minimicen su impacto negativo), asegurando unas reglas de marcado uniformes que permitan una justa competitividad.

Desde ANDA opinamos que el dilema fundamental de esta revisión legislativa va mucho más allá de las tradicionales disputas sobre los asuntos de siempre: tiempos máximos de viaje permitidos según sean animales destinados a sacrificio o engorde, densidades máximas permitidas, límites de temperaturas máximas y mínimas, limitaciones según vulnerabilidad (hembras gestantes, animales no destetados…) o viajes que incluyen un transporte marítimo. Creemos que estos asuntos entran dentro de la esfera de negociación política entre los distintos intereses económicos de los Estados Miembros que pueden utilizar el argumento del bienestar animal como defensa de sus producciones comerciales u orientación productiva en el mercado de la UE. El resultado final será el derivado de estas negociaciones políticas, donde la ciencia no tendrá nada que decir, en las que cada uno intentará verse lo menos afectado, o lo más beneficiado posible.

Dicho esto, el problema radica fundamentalmente en la falta de integración de la política del transporte de animales en un marco productivo agrícola y ganadero concreto. La política agrícola europea viene establecida por la Política Agraria Común de la que a su vez derivan otras iniciativas como las estrategias de alimentación (de la UE y nacionales), definición de unidades de producción familiares, mataderos y seguridad alimentaria, uso de medicamentos en ganadería o políticas de desarrollo rural. Asimismo, el transporte de animales al utilizar medios de transporte tiene una incidencia directa en aspectos medioambientales como el cambio climático, emisión de gases de efecto invernadero o el despilfarro derivado de transportes evitables con una política agraria distinta.

La orientación ganadera de la Unión Europea debe apostar por la senda iniciada por el Pacto Verde Europeo y las Estrategias de él derivadas. La sostenibilidad en los sistemas productivos de alimentos que implican, no solo garantizan la pervivencia a largo plazo de nuestra ganadería sino que además responden a los deseos del consumidor, cumplen con sus expectativas y generan confianza en el producto europeo. En un mercado cada vez más global, la supervivencia de las producciones de la UE no pasa por igualar sus condiciones con los productos extracomunitarios, sino por diferenciarlas. En esta diferenciación, la sostenibilidad es clave. La ampliación de cuotas de mercado no se consigue con menos Pacto Verde, como algunos proponen ahora, sino precisamente todo lo contrario. Debemos apostar por aquello que nos identifica y, desde este punto de vista, la calidad en garantías medioambientales y de bienestar animal son la principal marca distintiva de la producción en la Unión Europea. Podemos mejorar, cambiar o adaptar su aplicación, pero sin modificar el rumbo.

Desde esta perspectiva, el transporte de animales vivos y su legislación regulatoria debería animar, facilitar y fomentar el desarrollo de transformaciones en origen (transporte de canales y productos elaborados en vez de transporte de animales vivos), consumo de productos cárnicos de cercanía, adaptación a las condiciones productivas de los productores de pequeña escala o simplificación documental para viajes de corta duración. Al mismo tiempo, tendría que buscar fórmulas que desincentiven y desanimen sistemas productivos absurdos por su ineficacia productiva e impacto en el medioambiente y el bienestar animal, y que siguen existiendo debido a una inercia de la estructura de mercado viciada de origen y una legislación permisiva tendente a amparar cualquier actividad comercialmente lucrativa sin considerar daños colaterales: terneros de Lituania, engordados en España y sacrificados en Francia o Italia; terneros nacidos en Irlanda y engordados/sacrificados por todo el resto de la Unión Europea; ovejas de desvieje y ganado bovino enviado en barco hasta Oriente Próximo….

Estamos dirimiendo disquisiciones particulares (estatales) sobre tiempos, densidades o temperaturas cuando lo auténticamente decepcionante es que la Propuesta de legislación sobre bienestar de los animales durante su transporte presentada por la Comisión Europea no mencione ni desarrolle en ningún momento el concepto de sostenibilidad, ni la Política Agraria Común, ni el Pacto Verde. Es como si no le afectara. Como si la política de transporte de animales vivos fuera ajena a la política en ganadería o alimentación. Es un “café para todos” en el que el legislador intenta que cada cual pueda seguir haciendo lo que está haciendo hasta ahora, sostenible o no, y al margen del resto de políticas y legislaciones comunitarias. Lo peor de todo es que mucho nos tememos que cuando se desarrollen el resto de legislaciones en bienestar animal pendientes de revisión como las referentes al sacrificio, etiquetado y prohibición de jaulas, se aplicará el mismo principio de desconexión y descoordinación. Difícilmente vamos a conseguir objetivar un modelo europeo de producción de alimentos si luego cada legislación sectorial se gestiona y aplica de forma autónoma e independiente. Si no hay modelo, no hay marco general y entonces: ¡¡¡Sálvese quien pueda!!!

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