Reflexión sobre la exportación de animales vivos a Oriente Próximo

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Hace 15 años, ANDA, junto a la asociación alemana Animal’s Angels, alertaron sobre las consecuencias nefastas que para el bienestar animal tenían las entonces incipientes exportaciones de animales vivos desde la Unión Europea hacia países del Próximo Oriente, alimentadas por el ya previsible crecimiento exponencial de la demanda de productos cárnicos en estos países. En aquél momento, pedíamos que la Unión Europea prohibiera este tipo de transportes y se sustituyera por el transporte de canales. La solicitud se justificaba por las durísimas condiciones del viaje, su duración eterna y la falta de garantías en materia de bienestar animal en los mataderos de destino. Tras estos 15 años, las campañas e iniciativas denunciando esta situación han sido recurrentes pero a pesar de su heterogeneidad, todas conservan la misma fórmula fundamentada en la exposición de las condiciones del viaje y la imposibilidad de cumplir en destino con las normas europeas de bienestar animal.

Tras casi dos décadas de denuncias y campañas estamos donde estábamos al inicio, incluso peor que entonces, ya que las compañías de transporte terrestre, los puertos y los animales afectados e involucrados se han multiplicado al calor de una demanda que tampoco deja de crecer. Y esto es así porque más allá de mensajes para redes, solicitud de prohibiciones contundentes y demás quimeras virtuosas es probable que nos hayamos dejado en el camino una reflexión desapasionada del porqué de un fenómeno que responde a una tendencia lógica de mercado y a unos intereses legítimos, por mucho que éstos nos repugnen.

Analicemos en primer lugar la vertiente de la demanda en los países de destino. El creciente nivel adquisitivo y la progresiva urbanización de sus poblaciones implican una mayor presencia  de los productos cárnicos en sus dietas. Es inevitable. La carne, y la carne europea en particular, revisten una imagen social de calidad y opulencia que la hacen muy seductora. Intentar satisfacer este mercado con productos cárnicos en vez de animales vivos, pasa necesariamente por el estudio pormenorizado de esta demanda, los formatos de presentación, los canales de distribución y, sobre todo, la confianza en los métodos de sacrificio empleados en la producción cárnica “Halal” europea. Existen variables regionales relacionadas con distintas interpretaciones de carácter religioso, pero si no somos capaces de estudiarlas, asumirlas y ofrecer desde los mataderos europeos las mismas seguridades y garantías en cuanto al cumplimiento de los estándares religiosos de la carne “Halal”, la tan ansiada sustitución de animales vivos por productos elaborados está perdida de antemano.

También debemos considerar las características estructurales desde el lado de la oferta en la Unión Europea. La realidad es que tras años de aplicación de la Política Agraria Comunitaria, la UE es excedentaria en ciertas producciones ganaderas, como el bovino, o no presenta una salida.

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