ANDA califica de «contradictorio» el nuevo Real Decreto sobre condiciones de producción y comercialización de productos alimenticios

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Las pequeñas producciones avícolas rurales que funcionan de forma independiente de la gran industria cárnica no podrán comercializar sus productos a más de 100 kilómetros de sus granjas.

El pasado día 9 de noviembre el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto por el que se flexibilizan determinadas condiciones de higiene de la producción y comercialización de los productos alimenticios.

El Real Decreto permitirá a las pequeñas producciones avícolas de pollos, de carácter familiar, realizar el sacrificio en la propia granja y comercializar sus productos sin tener que depender, como hasta ahora, de los grandes mataderos en manos de la gran industria cárnica intensiva e industrial. Estos pequeños productores, muy vinculados al desarrollo de sus comunidades rurales, integrados en la sostenibilidad del entorno medioambiental y con altos niveles de bienestar animal se podrían ahora independizar e identificar como algo distinto de la producción cárnica intensiva. Sus producciones integran unos valores que encajan con los defendidos por compromisos como el «Pacto Verde Europeo», la «Estrategia de la Granja a la Mesa» o los objetivos de la «Agenda 2030», que precisamente pretenden potenciar los principios de sostenibilidad medioambiental, desarrollo rural y bienestar animal en la producción de alimentos. Asimismo este Real Decreto estaría también en línea con los tan cacareados EcoEsquemas de la Política Agraria Comunitaria en el caso de que, tras su discusión,  finalmente respondan a estos principios tan publicitados y no a otros. En este sentido desde ANDA damos la bienvenida a este Real Decreto.

Sin embargo es sorprendente que este mismo Real Decreto imponga una restricción a la comercialización de estas producciones avícolas rurales. El Real Decreto establece que estos productos no podrán venderse más allá de un límite de 100 km desde la granja de origen. En la práctica esta limitación implica que estos productos tradicionales tan solo podrán acudir a los mercados locales o comarcales negándoseles el acceso a los grandes mercados urbanos que quedan así en exclusiva para la producción avícola industrial (que aún vestida de etiquetas «verdes» sigue siendo intensiva e industrial). Desde ANDA pensamos que es contradictorio que por una parte España se apunte, de palabra, a los compromisos medioambientales y sociales y, en la práctica, no permita la comercialización plena y libre de los productos que mejor representan los valores y objetivos recogidos por esos compromisos que dice defender.

Es una pena que no se haya aprovechado este Real Decreto para acabar con la exclusividad blindada que hasta ahora ha disfrutado la producción intensiva e industrial (etiquetada como «verde» o no) de los grandes mercados urbanos y que parece va a seguir disfrutando. El pequeño propietario de aves integrado en su entorno rural y que, sacrificando en origen, quiere funcionar al margen de las grandes integradoras sigue teniendo vetado el acceso a los mercados urbanos. Mientras no consigamos promoverlo y llevar sus producciones rurales más allá del producto «folclórico» del mercado comarcal, los compromisos medioambientales que decimos compartir no serán sino «tiros al aire».

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