“El animalismo quiere que veamos a nuestra madre como una asesina por cocinar albóndigas”. La Fundación del Toro de Lidia (FTL), asociación intersectorial para la defensa de la tauromaquia, ha presentado recientemente en Madrid el llamado «Instituto Juan Belmonte», que pretende ser un foro de debate y reflexión frente a la «destrucción cultural que supone la creciente corriente animalista». Han asegurado que este proyecto surge «para salir a la luz de una vez, y así romper el silencio» y «parar los ataques» que intentan cambiar su forma de vida, que «es el objetivo de la doctrina animalista».
En esa línea se ha expresado igualmente el presidente de la Fundación del Toro de Lidia, Victorino Martín, que ha argumentado que el animalismo, «financiado con miles de millones de euros en todo el mundo, cabalga a gran velocidad y es un nuevo modo de censura y deshumanización que pretende romper las señas de identidad de los pueblos para hacerlos más manejables». Por eso mismo, ha considerado que «es necesario y urgente entrar en este debate social por el riesgo que supone la imposición de los criterios sobre lo que es o no es cultura, sobre lo que hay que prohibir o permitir».
La tauromaquia se beneficia de las subvenciones públicas europeas a pesar de la voluntad contraria del Parlamento de la UE: a finales de octubre de 2015, de hecho, el Parlamento Europeo (con 438 sí, 199 no y 50 abstenciones) aprobó una enmienda al presupuesto de 2016 que establece que “los fondos de la PAC (Política Agrícola Común), o cualquier otra línea de financiación europea no deben utilizarse para apoyar financieramente las actividades taurinas que impliquen la muerte del toro.” En España, la tauromaquia recibe fondos de: El Gobierno central, Gobiernos Autonómicos, Diputaciones y Ayuntamientos que cubren los costes de festejos taurinos.
Las subvenciones de la PAC representan hasta el 31,6% de los ingresos de las granjas destinadas a la tauromaquia[, sin las cuales sería poco probable garantizar su sostenibilidad económica. Estos fondos son gestionados y distribuidos por las Comunidades Autónomas.
El 1 de junio de 2020, el Ministerio de Cultura español publicó nuevos datos estadísticos sobre las corridas de toros que confirman su fase actual de crisis. Los espectáculos taurinos en plaza disminuyeron en un 63,4% en comparación con 2007. En 2008, una encuesta informó que más del 67% de las personas entrevistadas no mostraron interés en este espectáculo, frente al apoyo de un escaso 9% y de un 21% que expresaron un interés moderado. En 2015, una encuesta de Ipsos Mori descubrió que más del 84% de los jóvenes españoles aseguran estar “poco” o “nada” orgullosos de vivir en un país donde la tauromaquia es una tradición cultural. Más recientemente, en 2020, una encuesta de Electomanía confirma que el 81% de la población general española afirma «no estar a favor» de las corridas de toros. Está muy claro que están aterrados porque saben que la tauromaquia tiene los días contados. Saben que la sociedad está evolucionando y rechaza espectáculos cruentos donde se utilicen animales por pura diversión de unos cuantos y encima subvencionado con dinero público, dinero de todos los contribuyentes españoles que va destinado a torturar y matar animales. Se basan en la tradición, pero tradiciones ha habido muchas y las personas vamos evolucionando y lo que está muy claro es que la tauromaquia no tiene cabida en el siglo XXI.
TAUROMAQUIA ES VIOLENCIA