No podemos considerarlos como meras máquinas productivas ya que su complejidad mental requiere de vivencias y experiencias naturales que debemos respetar. Los cerdos son animales extremadamente inteligentes con necesidades sociales y medioambientales muy exigentes que son muy difíciles de alcanzar en muchas de las macrogranjas intensivas actuales donde su libertad de movimiento, de interactuación social y de expresar comportamientos naturales es imposible.
En consecuencia en estas granjas es habitual que, por aburrimiento, se mordisqueen los rabos. La solución no es recortárselos nada más nacer ya que no atajamos la raíz del problema sino enriquecer su entorno medioambiental, social o nutricional para que no se muerdan los unos a los otros. Los cerdos necesitan explorar, hociquear, buscar alimento, interaccionar con sus compañeros en grupos estables y es nuestra obligación facilitarles estas posibilidades para un correcto desarrollo mental de los animales. Algo similar ocurre con las vacas lácteas que en muchas ocasiones se mantienen durante largos periodos de sus vidas atadas e inmovilizadas.
La naturaleza de las vacas exige que desarrollen su vida en pastos al aire libre con una oportunidad continua de rumiar y pastar. El lugar natural de las vacas son los prados al exterior, no el interior de naves.
Este año 2021 es esencial para el futuro de estos animales ya que la Comisión Europea tiene prevista la reforma de parte de la legislación de bienestar animal. No se trata tan solo de garantizar comida, agua o atención veterinaria, que también, sino además establecer condiciones medioambientales y sociales que permitan un desarrollo mental satisfactorio para los animales.