Las imágenes sobrecogen. En ellas se puede ver a unos 400 animales entre jabalíes y ciervos, abatidos y en fila. Cruento espectáculo el de unos 70 cazadores que con fines puramente recreativos cometieron semejante atrocidad el 30 de enero en la finca ‘Los Posteruelos’, en Villaviciosa de Córdoba. Animales criados en granjas cinegéticas para ser soltados en recintos cerrados, donde no pueden escapar por ningún sitio, y son masacrados.
La excusa de la sobrepoblación de conejos o jabalíes es un reclamo muy usado en el mundo de la caza. Incluso en tiempos de pandemia, en el que las presiones fueron muy grandes para que la actividad cinegética fuera una de las primeras en ser permitidas. Deporte, equilibrio ecológico y tradición son los pilares donde se basa el argumento de los cazadores, pero no hablan de su negocio.
Con precios como 3.500 euros por matar un ciervo, más de 2.000 euros por matar a un gamo o hasta 1.500 euros por matar a una cabra montesa, está claro que tener un coto de caza supone un gran beneficio. Más aún si se aseguran de que nunca falten «piezas», recurriendo a la cría en cautividad de estos animales salvajes y a que sean fáciles de cazar. «Se trata de animales que se acercan a las poblaciones en busca de alimento, sin miedo a las personas y sin miedo a los vehículos.
Por este motivo, el día 6 de febrero salimos de nuevo a las calles para gritar bien fuerte NO A LA CAZA. La sociedad cada día está más concienciada y rechaza esta lacra.
