ANDA alerta sobre las falsas alarmas sobre la subida del precio del pollo

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En las últimas semanas la sociedad española ha sido bombardeada con avisos alarmantes sobre la posible subida en el precio del pollo, hasta triplicar su precio actual. Desde la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales (ANDA) queremos aclarar algunos conceptos sobre esta alarma que consideramos infundada.

El primer, y único, argumento para justificar la alarma es una supuesta «propuesta» de la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria por sus siglas en inglés) de reducir las densidades en las granjas de engorde de pollos hasta los 11 kg/m cuadrado (en la práctica un tercio de la que existe actualmente en granjas industriales). Es cierto que la EFSA ha recomendado esta reducción en los parámetros de densidades (Febrero 2023). Sin embargo la competencia de la EFSA se limita a emitir un dictamen, una opinión científica sobre un tema concreto pero no propone nada. Lógicamente, es deseable que las recomendaciones científicas se vean reflejadas en vinculaciones legales pero para que eso ocurra las recomendaciones de la EFSA tienen que pasar por un estudio de impacto económico, social y medioambiental. De decidir seguir con el proceso adelante, le corresponde a la Comisión Europea realizar la propuesta teniendo en cuenta todas las variables y en último término será el Consejo de Ministros de la Unión Europea (donde evidentemente también está España) el que la aprobará pero en definitiva la EFSA ni propone ni aprueba nada.

Por otra parte, si se diera el caso de querer acercar la legislación sobre cría de pollos al criterio científico de la EFSA en densidades, tanto la Comisión Europea como los Estados Miembros tendrán muy en cuenta, como no podía ser de otra manera, tanto el impacto sobre la viabilidad económica de las unidades productivas como su vertiente social sobre el impacto en precios para el consumidor y muy especialmente en este tipo de productos que como el pollo suponen una parte esencial para el aporte de proteína animal barata al mercado desde sistemas productivos basados en unos márgenes de beneficios por unidad muy pequeños por lo que son especialmente sensibles a los cambios. No dude nadie de que estos condicionantes están en la mente del legislador a la hora de valorar (y aplicar) los cambios que se pudieran proponer como consecuencia de una opinión de la EFSA. 

Por último, la producción ganadera industrial ya nos ha demostrado hasta la saciedad su enorme capacidad para adaptarse a los cambios sociales o de tendencias de consumo vengan o no avaladas por un criterio científico. Lo hemos visto en otros sectores como el de gallina de puesta para la producción de huevos. El sector de producción industrial ha sido capaz de aplicar innovaciones tecnológicas, mecánicas, genéticas o de gestión para adaptarse a una nueva situación sin tocar la esencia del sistema ni la viabilidad económica de sus unidades industriales. Hasta que técnicamente no sea posible, no se preocupen, nadie moverá ni una coma lo que ya tenemos. De hecho, en el sector industrial del pollo ya existen iniciativas como el Compromiso Europeo del Pollo (ECC por sus siglas en inglés) pensado precisamente para que de una forma cómoda este sector industrial pueda realizar un «lavado verde» de imagen y adaptarse a las nuevas tendencias (aniquilando en el camino, tal y como está pasando con las gallinas ponedoras, al sector auténticamente alternativo).

En consecuencia la alarma sobre un incremento triple de los precios de la carne de pollo es injustificada y todos los razonamientos aquí expuestos son perfectamente conocidos por parte de quienes la han creado. Entonces ¿Por qué lo han hecho?. Es probable que no sea sino una búsqueda de generar una alarma infundada que asuste al consumidor y se use este miedo como palanca que de alguna manera secuestre la capacidad de toma de decisiones objetivas por parte del legislador y la administración de tal forma que al final la decisión final no sea la más beneficiosa para la sociedad en general sino que sirva para sus intereses empresariales particulares. Tan peligroso es imponer cambios radicales y unilaterales como quererse mantener en una inmovilidad perpetua. Y, desde luego, jugar con el miedo del consumidor en un contexto general inflacionista para defender esa inmovilidad puede rozar la crueldad.

El precio del pollo evolucionará no dictado por una opinión emitida desde un organismo científico consultor como es la EFSA sino que seguirá las pautas derivadas de otros factores como el precio de los piensos, la energía, el transporte, los intercambios comerciales con terceros países o el sistema de gestión/distribución. Nada que ver con las densidades recomendadas por la EFSA. Puede que los problemas que enfrentan productores y consumidores tengan más relación con la permanente apuesta por sistemas productivos industriales, ya agotados, y la falta de una apuesta real por otro tipo de sistemas ganaderos menos agresivos social y medioambientalmente. 

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