Cierra el delfinario más grande de Europa

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Marineland, de Francia, trasladará sus delfines y orcas a un santuario natural gracias a la ley nacional de bienestar animal.

El parque acuático más grande de Europa, Marineland, ubicado en Antibes, Francia, ha anunciado su cierre permanente a partir del 5 de enero de 2025. Esta decisión representa un hito importante para las organizaciones defensoras de los derechos de los animales, que llevan años luchando contra la explotación de animales marinos en cautividad.

El cierre de Marineland está estrechamente relacionado con la legislación francesa de 2021, que prohíbe el uso de delfines y orcas con fines de entretenimiento a partir de 2026. Esta ley tiene como objetivo poner fin a los espectáculos de cetáceos en los delfinarios, por cuestiones éticas y de bienestar de los animales que son explotados comercialmente en estas instalaciones, en situación de cautividad.

Traslado a un santuario marino de Canadá.

El destino de los animales, entre ellos 12 delfines y 2 orcas, actualmente alojados en el parque, aún está por concretarse, aunque las opciones que se están considerando incluyen la reubicación en santuarios marinos, tal vez en Nueva Escocia, Canadá, o en otras instalaciones que puedan proporcionarles condiciones de vida adecuadas.

Los parques acuáticos, según los expertos, someten a animales como orcas y delfines a un estrés físico y mental extremo. En la naturaleza, estos animales recorren largas distancias y tienen estructuras sociales complejas, pero en cautiverio, se ven confinados en tanques pequeños, forzados a formar grupos antinaturales y realizar trucos repetitivos para los visitantes. Este ambiente artificial puede tener consecuencias devastadoras, como se vio en marzo con la muerte de Inouk, una orca de 25 años en Marineland, la segunda en fallecer en seis meses.

Delfines, cetáceos y otros animales viven en cautividad en zoos y acuarios. Algunos nacen y mueren carentes de toda libertad. Ofrecen su existencia al deleite de los seres humanos, que aplauden desde las gradas sus zambullidas.

La cautividad de los delfines y cetáceos, puestos al servicio de la industria zoológica, se puede entender como un robo a la naturaleza. Una forma de usurpar las condiciones natas de los seres vivos. Todo por unos aplausos. “Cuando viven cautivos dejan de tener opción de llevar a cabo sus comportamientos naturales. En libertad estos animales pueden recorrer decenas de kilómetros diarios a unas profundidades altas para poder buscar comida. Sin embargo, en los acuarios se ven obligados a moverse en espacios muy reducidos, en el mejor de los casos junto a otros miembros de su misma especie, sin tener que buscar alimentos por su cuenta.

“Se ven obligados a dar vueltas en una piscina y terminan volviéndose locos, escuchando como sus propios gritos revotan en las paredes del acuario”. La escasa capacidad de movilidad les genera  estereotipia, comportamientos que realizan de forma muy repetida que no tienen ninguna función biológica, que esconde, a fin de cuentas, estrés y otros problemas fisiológicos y digestivos importantes.

Estos animales se sienten frustrados y lo que sucede es que pueden terminar demostrando patologías físicas o intentar superar esta frustración mediante un comportamiento anómalo.

Actualmente, España es el país con el mayor número de delfinarios y cetáceos en cautividad de la Unión Europea. Se calcula que hay aproximadamente 98 delfines, 2 belugas y 6 orcas mantenidas en cautividad.

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