El 2 de febrero, una vez más, salimos a las calles para hacer eco del grito de #NoAlaCaza.
Cada febrero, la Plataforma NAC (No a la Caza) convoca a nivel estatal una manifestación para promover y concienciar sobre el fin de la caza, en particular, la caza con perros. ANDA ha sido una de las asociaciones adheridas. La manifestación ha sido un rotundo éxito. Es crucial que nuestros políticos comprendan que la sociedad está cada vez más concienciada sobre este tema.
Haber asistido a esta manifestación ha sido más importante que nunca. Cada persona cuenta, cada voz suma y cada paso en esta marcha ayuda a visibilizar una realidad que no puede seguir siendo ignorada. La sociedad avanza y cada día está más concienciada sobre esta injusticia. Sin embargo, solo con una participación activa lograremos el cambio definitivo que los animales merecen.
El 1 de febrero marca el Día Mundial del Galgo, una jornada que coincide con el fin de la temporada de caza de liebre con galgos en buena parte de España. Pero esta fecha, lejos de ser una celebración, se ha convertido en una llamada a la reflexión y acción frente a la situación de vulnerabilidad que afecta a estos perros.
La caza con galgos: una práctica única en Europa.
España es el único país de la Unión Europea donde se autoriza la caza en terrenos abiertos con galgos, una práctica que consiste en emplear estos perros para rastrear y capturar presas. Aunque esta actividad está vetada en otros estados del continente, el Tratado de Lisboa incluye excepciones para costumbres culturales y tradiciones consideradas parte del legado regional, lo que posibilita su continuidad en España.
Las comunidades autónomas donde la caza con galgos tiene mayor arraigo incluyen Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Castilla y León. En estas regiones también persisten otras tradiciones controvertidas relacionadas con el uso de animales.
Según el último estudio de Abandono y Adopción de la Cátedra Fundación Affinity, en 2023 se registraron 170.712 perros abandonados en España, de los cuales un 11% fueron dejados atrás al finalizar la temporada de caza. A pesar de los esfuerzos de colectivos y organizaciones para visibilizar este problema, las cifras reales podrían ser mucho mayores debido a los ejemplares que no llegan a ser registrados en las estadísticas.
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